El 03 de agosto de 1.492 sale Colòn del Puerto de Palo España, con sus tres conocidas carabelas en un viaje de circunnavegaciòn con una tripulaciòn de 120 hombres, sin mujeres ni curas. por fortuna para los navegantes, el continente americano se les atravesò en el camino; de lo contrario el oceàno Pacìfico se los hubiera tragado, ya que con sus escuàlidas carabelas jamàs hubieran llegado al extremo oriente y menos darle la vuelta mundo.El mal llamado descubrimiento de
Amèrica fue obra entonces de la casualidad, ya que los càlculos geogràficos realizados por el temerario navegante estuvieron completamente errados; el Almirante era escaso en conocimientos cartgràficos y desconocìa la verdadera circunferencia de la Tierra. Siempre creyò que aquellos lugares por èl explorados, eran simples islas asiàticas; muriò incluso ignorando que habìa llegado a un Nuevo Mundo. Por tal, si don Cristobal hubiese sido un docto investigador, a su regreso a España habrìa podido decirle a los Reyes Catòlicos.No le dì la vuelta al mundo como creìa; pero en cambio os traigo un Nuevo Mundo que descubrì. Por desgracia, el Almirante amaba màs al dinero que a las ciencias y en sus aventuras mercantilistas perdiò un valioso tiempo. Fijò su mente y toda su energìa en la bùsqueda de perlas, oro y demàs metales preciosos y tambièn traficando con indios ya esclavizados.
Creo que es justo reconocer que Colòn era un gran autodidacta y un excelente marino; pero no fue un hombre de ciencias. Cuando describe su tercer viaje, nos habla de la redondez de la Tierra, es porque ya lo habìa leìdo de Leonardo Da Vinci, Martìn Behain y Toscanelly. Pero asì mismo, Colòn cometiò el desacierto astronòmico al señalar que la Tierra no era del todo esfèrica, sino que tenìa la forma de una pera, con una especie de protuberancia o pezòn y que segùn èl, era el punto màs cercano al cielo y que nuestra penìnsula de Paria, era ese pezòn. Como vemos, el Almirante estaba màs tocadodo que el piano de Damiròn, es decir, muy lejo de la realidad. El Almirante no fue otra cosa que un tremendo aventurero, quien saliò de España a
circunnavegar nuestro planeta, pero en sus erròneos càlculos creyò que la distancia de España al extremo oriente, yendo po el oeste, era sòlo un tercio de lo que verdaderamente es. Concluimos entonces diciendo que Colòn màs que un explorador fue un mercader y tampoco fue el santo que nos hicieron creer.
Amèrica fue obra entonces de la casualidad, ya que los càlculos geogràficos realizados por el temerario navegante estuvieron completamente errados; el Almirante era escaso en conocimientos cartgràficos y desconocìa la verdadera circunferencia de la Tierra. Siempre creyò que aquellos lugares por èl explorados, eran simples islas asiàticas; muriò incluso ignorando que habìa llegado a un Nuevo Mundo. Por tal, si don Cristobal hubiese sido un docto investigador, a su regreso a España habrìa podido decirle a los Reyes Catòlicos.No le dì la vuelta al mundo como creìa; pero en cambio os traigo un Nuevo Mundo que descubrì. Por desgracia, el Almirante amaba màs al dinero que a las ciencias y en sus aventuras mercantilistas perdiò un valioso tiempo. Fijò su mente y toda su energìa en la bùsqueda de perlas, oro y demàs metales preciosos y tambièn traficando con indios ya esclavizados.
Creo que es justo reconocer que Colòn era un gran autodidacta y un excelente marino; pero no fue un hombre de ciencias. Cuando describe su tercer viaje, nos habla de la redondez de la Tierra, es porque ya lo habìa leìdo de Leonardo Da Vinci, Martìn Behain y Toscanelly. Pero asì mismo, Colòn cometiò el desacierto astronòmico al señalar que la Tierra no era del todo esfèrica, sino que tenìa la forma de una pera, con una especie de protuberancia o pezòn y que segùn èl, era el punto màs cercano al cielo y que nuestra penìnsula de Paria, era ese pezòn. Como vemos, el Almirante estaba màs tocadodo que el piano de Damiròn, es decir, muy lejo de la realidad. El Almirante no fue otra cosa que un tremendo aventurero, quien saliò de España a
circunnavegar nuestro planeta, pero en sus erròneos càlculos creyò que la distancia de España al extremo oriente, yendo po el oeste, era sòlo un tercio de lo que verdaderamente es. Concluimos entonces diciendo que Colòn màs que un explorador fue un mercader y tampoco fue el santo que nos hicieron creer.
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